Venusplutón!

Sonic Youth: esa jet set experimental

Goo de Sonic Youth por Raymond Pettibon (1990)

“Mientras aquellas canciones que hablaban de sucias botas (Dirty Boots) y de raperos que decían liberar a las mujeres a golpe de estereotipos (Kool Thing) se iban colando con dificultad por las emisoras de radio, aquella portada, firmada por Raymond Pettibon, alcanzaba una difusión desproporcionada tras convertirse en codiciadísima ilustración de camiseta para toda una generación de perdedores, marginados, outsiders y universitarios ricos con ganas de pertenecer a una élite cultural.”

febrero 2010 | biblioteca

Sonic Youth: esa jet set experimental

por Iván López Munuera publicado en Pasajes Diseño

flecha

De las portadas de Raymond Pettibon a las de Richard Prince, de las camisas de franela de cuadros de 5 dólares a los vestidos firmados por Marc Jacobs, de las camas mugrientas a los mullidos sofás de Starbucks, de cantarle a Charles Manson a ser fotografiados por Sofia Coppola. Todos estos síndromes modernos y esta jet set experimental se llevan dando cita desde hace casi treinta años en un mismo lugar: Sonic Youth, a quien el CA2M dedica una exposición retrospectiva, Sensational Fix, comisariada por Roland Groenenboom.

"Le robé el novio a mi hermana. Todo era como un torbellino de calor y centelleos. En una semana matamos a mis padres y nos dimos a la carretera". Estas palabras –escritas al lado de la imagen de dos chicos lánguidos parapetados tras sus cigarros y gafas de sol– aparecieron escritas en la portada de un álbum que, casi desde el mismo momento de su aparición en 1990, devino en mítico: el Goo, de los neoyorkinos Sonic Youth. Mientras aquellas canciones que hablaban de sucias botas (Dirty Boots) y de raperos que decían liberar a las mujeres a golpe de estereotipos (Kool Thing) se iban colando con dificultad por las emisoras de radio, aquella portada, firmada por Raymond Pettibon, alcanzaba una difusión desproporcionada tras convertirse en codiciadísima ilustración de camiseta para toda una generación de perdedores, marginados, outsiders y universitarios ricos con ganas de pertenecer a una élite cultural. Porque, desde hacía algunos años (tal vez con la publicación de EVOL, 1986, desde luego con la aparición de Sister, 1987) y hasta hoy, Sonic Youth se ha convertido en algo más que un grupo que hace canciones. Es el zeitgeist de una época escondido tras un hardcore progresivo, unas letras desencantadas y un amateurismo de ascendencia garajera (respecto al Goo casi todos los críticos estaban de acuerdo en una cosa, que el adjetivo que mejor se ajustaba a su sonido era "barato").

Y es que desde la formación de la banda en 1981 –compuesta por Thurston Moore (voz y guitarra), Kim Gordon (voz, bajo y guitarra), Lee Ranaldo (voz y guitarra), Mark Ibold (bajo) y Steve Shelley (batería)–, su mundo circundante se ha hecho tan influyente como las letras de sus canciones. Un entorno que propone un estilo de vida heredero del punk en su conjunción de música, vestimenta, nihilismo, consumo, juventud e ideología contestataria. Un estilo resumido en las palabras que Moore escribió en el prólogo de Punk House. Interiors in Anarchy (2007), el libro de Timothy Findlen realizado en colaboración con el fotógrafo Abby Banks. En él aparecen multitud de casas unidas por el desorden, los pósters de grupos musicales, las camisas de franela, el pollo frito y los skateboards. Lugares rebosantes de basura, objetos, baratijas, manchas y otras huellas (humanas o no), donde todo parece haber pasado, desde fiestas a masacres. Como explica Moore en dicho prólogo, esas fotos le recordaron su propia casa punk, aquella en la que había vivido a comienzos de los ochenta, un hogar de inmensas proporciones: Nueva York. Porque tanto en la imagen de esas casas como en la ciudad que vio nacer a la banda, todo parece posible y todo parece fácil. Es tan sencillo como desordenar tu cuarto, ponerte unas zapatillas, apagar los cigarrillos en el suelo y subir la música (actividades minuciosamente descritas en su álbum Experimental Jet Set, Trash And No Star, 1994). Esas acciones te permiten pertenecer a Sonic Youth, acceder a su mundo. Ser parte de una élite difusa pero efectiva, llena de posibilidades. Porque el Goo llevado a ilustración de camiseta era (y es) un paso más en la conquista de la estética y del día a día. Era (y es) un dispositivo espacial que teletransporta a un lugar imaginado, deseado. A un entorno posible.

Era esa sensación la que trataba de verbalizar Kim Gordon en su artículo American Prayers (publicado en ArtForum en abril de 1985), al cuestionarse ¿qué podía venir tras las muertes de los Kennedy, la de Martin Luther King, Jim Morrison, Jimi Hendrix y Janis Joplin, tras la guerra de Vietnam y el misterio Brian Jones, tras el asesinato de un groupie de los Rolling Stones a manos de Los Ángeles del Infierno o la matanza de Charles Manson en Cielo Drive? Pues una sudadera con la cara de Mickey Mouse, una CocaCola y un cuadro de Marilyn Monroe. Es decir, la imagen de algo, el territorio de un deseo, la promesa de que en algún lugar las cosas eran distintas.

Por eso, una exposición de esta banda no tendría sentido sin las portadas firmadas por Mike Kelley (Dirty, 1992), Richard Prince (Sonic Nurse, 2004) o John Fahey (The Eternal, 2009), sin las fotografías de Sofia Coppola, los vídeos de Todd Haynes (Dissapearer, 1990), las referencias a Charles Manson (presente en Death Valley ’69, del Bad Moon Rising, 1985) o las dedicatorias a Allen Ginsberg (Hits Of Sunshine For Allen Gisnberg, del A Thousand Leaves, 1998). Porque Sonic Youth es mucho más que su música. Es un sillón donde tocar, ver la tele o deprimirte. Tal vez por eso, y aunque nadie lo entendió en su momento, sacaron su greatest hits (Hits Are For Squares, 2007) en la cadena Starbucks, famosa no sólo por sus cafés hipercalóricos, sino por sus sofás y el wifi gratuito. Es decir, por ser un lugar de socialización para una generación sin salón propio, un lugar para imaginar que se está en otro lado a través de la pantalla del ordenador. Sonic Youth, de nuevo exquisitos y accesibles, parecen ajustarse a la descripción que Dan Graham (autor de una instalación para esta muestra donde podrá escucharse toda la discografía del grupo y visualizarse algunos vídeos rodados por él mismo) hizo sobre otra banda de culto, Bow Wow Wow: "eran como unos jeans de alta costura", tan fáciles de copiar, tan elitistas.

 

 

» Disappearer de Sonic Youth, por Todd Haynes.

 

Creative Commons License





Venusplutón! se acabó. Tras más de cinco años de trabajo dejamos de publicar y actualizar la web, pero mantenemos online todos los contenidos. Consultad nuestro texto de despedida en el blog y el vídeo resumen de nuestro canal de tv. ¡Mil gracias a todos!

© 2008-2013 Venusplutón! músicas para ver, imágenes para oír | créditos | web SPIP by Permanent