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El regreso del vampiro

Polaroids de Iván Zulueta por Luis Cerveró (2002)

“Mi lado masoquista me lleva siempre a la dificultad, y en ese sentido la narrativa para mí es un desafío enorme. Es también huir un poco de la facilidad y de la complacencia. Se trata de encontrar una narrativa pero no la habitual. En esto Lynch nos sirve un poco de referencia. Cuando en Cabeza borradora hay un plano que va hacia el radiador, yo lo entiendo divinamente.”

enero 2010 | biblioteca

El regreso del vampiro

por Luis Cerveró publicado en Cultura/s de La Vanguardia

flecha

Acude a la cita haciendo honor a su leyenda. Aparece corpulento, extremadamente pálido… y con capa. La sangre no tarda en surgir en la conversación: "Estábamos preparando una instalación para el hall de la exposición consistente en una pierna ensangrentada que sobresale de un armario. Pero al final no ha podido ser". Y es que la sangre es una constante en su filmografía, desde Agata (1966), su primera práctica de estudiante de la EOC, hasta Ritesti (1992), mediometraje de terror para TVE y último trabajo audiovisual hasta la fecha. Una filmografía escasamente conocida que la mayoría cree consistir en un único título, Arrebato (1979), film en el que cine, heroína y vampirismo retratan un mundo que no es otro que el del propio cineasta.

Pero Iván Zulueta es dueño de una obra mucho más extensa, como se encarga de demostrar un ciclo de proyecciones que se abre con un maratón de más de diez horas en el Teatro Principal de San Sebastián. Entre un total de 21 títulos, se presentan por primera vez las copias restauradas de sus películas experimentales en súper 8 mm, verdaderas joyas del cine doméstico como Aquarium, Mi ego está en Babia o A malgam A. "Eran experimentos sin pretensiones, realizados con la meta de llegar a una narrativa consistente, sin quedarme en undergroundeces. Mi lado masoquista me lleva siempre a la dificultad, y en ese sentido la narrativa para mí es un desafío enorme. Es también huir un poco de la facilidad y de la complacencia. Se trata de encontrar una narrativa pero no la habitual. En esto Lynch nos sirve un poco de referencia. Cuando en Cabeza borradora hay un plano que va hacia el radiador, yo lo entiendo divinamente".

Resulta un placer comprobar que Zulueta está muy pendiente de cineastas actuales tan dispares como David Fincher, Lars Von Trier o el propio Lynch, por el que muestra una especial devoción. "Me siento tan cercano… Y qué bandas sonoras tiene, el cabrón". Sin embargo, reconoce que asistimos a cierta saturación de la imagen a nuestro alrededor, y se siente profundamente decepcionado por la televisión. "Es un fagocitamiento continuo, una vomitona. Tengo la impresión de estar viendo mierda continuamente". Aunque su forma tan personal de ver las cosas le permite encontrar imágenes sugerentes en lugares insospechados. "Me gusta el uso que hacen en Gran Hermano de las cámaras infrarrojas. Hubo aquel momento en el que Jorge reptaba hacia esta chica rubia para besarla, y ella estaba tan pálida y con los ojos abiertos. Parecía muerta y como envuelta en una crisálida. Bueno, bueno, alucinante. Esto de los infrarrojos tiene muchas posibilidades por explorar".

Zulueta no ha perdido con los años estas ansias por probar cosas nuevas. Se podría decir que su vida entera ha sido una experimentación continua. Nada mejor para ilustrarlo que la impresionante retrospectiva presentada en el Koldo Mitxelena Kulturunea de San Sebastián en la que, gracias al esfuerzo de los comisarios Virginia López Montenegro y Josean Muñoz, se ha logrado reunir por primera vez más de cuarenta años de su obra gráfica. El resultado muestra la variedad de estilos y técnicas empleados por Zulueta tanto en sus encargos comerciales como en sus proyectos personales y saca por fin a la luz un trabajo que hasta la fecha era absolutamente inaccesible para el público. "Yo nunca he hecho una exposición porque siempre he pensado que mi obra no era unitaria. Tengo dos o tres cosas de una manera, dos o tres cosas de otra… Pero nunca un conjunto".

Por una parte, esta heterogeneidad constituye uno de los principales atractivos de la exposición. Partimos de su cuaderno de dibujo de la acomodada infancia en su villa familiar en los años 50. Son dibujos a lápiz, de trazo rápido e inquieto pero preciso, completamente desprovistos de una personalidad creadora. Con veinte años se desplaza a Nueva York y asiste a clases de diseño en la Arts Students League de la mano de Robert Peak, famoso entre otras cosas por el cartel de My Fair Lady, película fetiche de Zulueta. Pero en sus piezas de aquellos tiempos es tal vez más notable la influencia de un pop emergente que le lleva a emplear colores cada vez más planos y vivos. Su regreso a Madrid viene acompañado de diversos encargos gráficos (carteles, publicidad, portadas de discos) influidos tanto por el cómic underground y psicodélico como por las sucesivas portadas de los Beatles, ya sea la línea clara de Revolver, el célebre collage del Sargent Pepper’s o el diseño de personajes de Yellow Submarine. "Los Beatles están en el origen de todo, desde las fotos que les hizo Avedon hasta las portadas una a una. Pero eso es algo que ahora no se puede comprender".

Sus carteles para cine (trabajos muy notables y merecidamente reconocidos para films como Viridiana, Furtivos, Entre tinieblas o ¿Qué he hecho yo para merecer esto?) son según el mismo declara "puro Saul Bass, eficaz y simple", aunque esto es más evidente en su carácter conceptual que en el estrictamente gráfico, donde Zulueta ha desarrollado ya un estilo propio y muy reconocible. Todos sus carteles para cine están incluidos en la muestra, pero lo más interesante son los bocetos previos, que muchas veces superan al diseño definitivo. "Yo siempre lo he pasado muy bien con los bocetos, y cada vez me pasa más. Para los últimos carteles que he hecho tenía cien bocetos y un final que hacía a todo correr porque lo venían a recoger". Y por si todo esto fuera poco, la muestra se completa con cuadernos de collages, felicitaciones de navidad, comics dibujados para los amigos, experimentaciones lisérgicas con el color y dibujos a lápiz del natural, incluyendo algún que otro autorretrato. En definitiva, una auténtica explosión de colores, formas y texturas, pero sobre todo un conjunto hecho en total libertad y por una necesidad casi patológica de crear sin cesar.

Lo curioso es que, por otro lado, y pese a la evidente diversidad de su obra, ver el conjunto en una única sala conforma un mundo propio y coherente que consigue definir a la perfección la personalidad poliédrica e inclasificable de su creador. "Sí, es curioso. Estoy de acuerdo en que esto puede pasar. Porque con el tiempo, incluso cosas muy opuestas hay algo que las acerca. Y yo creo que es el trazo. Porque yo si soy algo es dibujante. Incluso en los carteles para mí lo importante ha sido la base, el dibujo perfilado a lápiz y luego el color".

En la génesis de su propio estilo, Zulueta cree que hay dos influencias importantes. Por una parte, Francis Bacon. "Cuando vi una de sus primeras grandes exposiciones en París recuerdo que me impresionó una barbaridad". Por otra, los libros de ilustraciones de los estudios de Walt Disney. "Todos los bocetos de Walt Disney, simplemente a lápiz, con los colores sugeridos, de cómo apuntar el movimiento, son fabulosos. Eso es lo más bonito que he visto en mi vida. Todo eso me parece a la altura de lo de Bacon o más. Y esto es lo que no quiero decir, pero lo que yo pretendo es meter eso en todo lo que hago". El trazo del que habla Zulueta también se encuentra en su obra más reciente, realizada este mismo año. Es una serie de 12 piezas de grandes dimensiones, incluyendo un díptico y un tríptico, y que se presenta paralelamente en la galería DV de San Sebastián. Se trata de ampliaciones de polaroids posteriormente intervenidas con ceras. "Decidí que nunca más iba a decir polaroid", porque ya están reconvertidas y es otra cosa. Ha sido la primera oportunidad que he tenido de ampliar y trabajar a cierta escala. Es un comienzo pero quiero que tenga continuidad".

Pero si hay algo que ahora mismo ronda en la cabeza del polifacético creador donostiarra es su inminente regreso al cine. "Va a ser. No sé cuando ni cómo, pero va a ser. Necesito rodar, tengo que rodar". Dos exposiciones, un ciclo de proyecciones y el inminente reestreno de Arrebato, su obra maestra. Es su momento, y él lo sabe. Iván Zulueta ha vuelto. Para quedarse.

 

Iván Zulueta. Imagen Enigma
Koldo Mitxelena Kulturunea.
Urdaneta kalea, 9.
San Sebastián.
Del 11 de septiembre al 2 de noviembre de 2002.

Iván Zulueta. Obra reciente
Galería DV.
San Martín, 5.
San Sebastián.
Del 12 de septiembre al 20 de octubre de 2002.

 

» Edición de audio para la redacción de la entrevista.





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