Luis Hidalgo, colega generacional de toda la troupe relacionada con este sensacional, atípico y libertario documental sobre Pepe Sales, lo describía así en El País coincidiendo con el estreno en el Festival Internacional de Cine Documental Musical In-Edit de 2007:
"Los manuales más sobados indican que para ser un artista de verdad maldito se han de verificar varias condiciones. Una es morir antes de tiempo. Otra consiste en haber sido toxicómano. La tercera indica que la popularidad ni tan siquiera puede rozar al candidato, y la cuarta es que la incomprensión de la sociedad ha de formar parte hasta del epitafio. También se valora tener una conducta sexual poco «ordenada» y ajena a lo que se entiende en un hombre como Dios manda.
En mayor o menor medida Pepe Sales, nacido Josep Sales i Coderch, cumplió con estas premisas, a las que añadió su paso por prisión por tenencia de estupefacientes y, sobre todo, un talento inabarcable, un espíritu renacentista totalizador y una intención artística que palpitaba en todas y cada una de las manifestaciones creativas que emprendió en una vida que se consumió 43 días antes de cumplir los 40 años, allá por 1994. Pepe Sales fue escritor de canciones, poeta, pintor, grafista, realizador de vídeos y como tal formó parte de un colectivo de creadores que tradujo parte de sus inquietudes en el programa cultural que emitió Televisión Española bajo el nombre de Glasnost, cuya careta, un fotograma de Un chant d’amour de Jean Genet, fue obra del propio Sales".
Luego el documental ganó el máximo galardón del festival. Y de algún modo significó el mejor homenaje a la última generación que utilizó la televisión pública como espacio de creatividad y experimentación antes de la llegada de las privadas. Esos tiempos que acabaron simbólicamente en 1991 cuando Joan Ramón Mainat (antes de montar Gestmusic con su hermano y Toni Cruz) y Manuel Delgado idearon Camaleó con el célebre fake del asesinato de Gorbachov. Lulú Martorell fue otro elemento fundamental de la plantilla más gamberra de TVE en Catalunya, como el propio Hidalgo (que estuvo en el programa musical Plàstic con Tinet Rubira de presentador antes de saltar a TV3 para crear Sputnik), e impulsó junto a P.P. Vila-San-Juan el primer programa en catalán de videoclips en 1986: Pleitagueinsam, el programa cultural Canal 10 (1986-1988) y Glasnost (1988-1991) entre otros, en el que Pepe Sales participó activamente y donde surgen muchas de las imágenes que aparecen en el documental.
Un maldito de los de verdad, un pre-Albert Pla, un post-Pau Riba, acentuado por su homosexualidad, el SIDA y las drogas duras tan propias de la década de los ochenta. Ese malditismo feísta en Video8, Betacam o VHS que poco tiene que ver con el cinismo youtubero actual ni con la dichosa y sofisticada Canon 5D de las narices. O tal como explica Miqui Otero (primo de otro maldito y compañero generacional de Sales: Francisco Casavella) a raíz de su primera novela Hilo musical: "Si el cáncer de la generación de los 80 era el malditismo y la autodestrucción, la nuestra está lastrada por el cinismo. Sin haber hecho nada en la vida estamos de vuelta de todo" (El Periódico).
Es por eso que el impacto de este documental visto hoy resulta tan tierno y devastador a la vez. De cinismo rebelde, poco. De dolor, juego, ingenuidad y libertad, todo. Exceptuando los insertos de Albert Pla (su más digno heredero y co-director del documental), que aparece como un bufón-presentador acompañando la narración, y de las entrevistas a los compañeros de aventuras y familiares (a destacar la aparición de Martí Sales, el cantante de Els Surfing Sirles, su sobrino), todo el material es de archivo, de vídeos autoproducidos por el propio Sales, de fragmentos de Glasnost y de experimentos musicales varios. Y ahí radica su tremendo valor audiosvisual y musical, ejerciendo por una parte como fiel retrato personal de Sales y de su inclasificable obra como artista (con cariño y sin nostalgia), y por otra como testigo de esa manera de hacer televisión (el anti-Silenci? para entendernos, cuando el contenido visceral tan propio de la época era el motor de la forma y no al revés), expulsada ya de su propio medio, y que aquí reaparece de una forma dignificada (que no sofisticada, de ahí su gracia) como película documental.
En 3alacarta se puede ver íntegramente de manera online, y en DVD está editado por Cameo.
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