Venusplutón!

Una de las actuaciones en vivo más vistas de Julio Iglesias en la red, en su máximo esplendor, con la mejor voz antes de caer en la autoparodia y en los excesos del estrellato más tópico y duro (la sobreactuación, la sobreinterpretación, la sobreproducción). El equilibrio perfecto, con todas esas cosas que le convirtieron en los años 70 en el primer artista latino de masas, en el primer Ricky Martin del planeta.

Estamos en los años 80 y todo es monstruosamente grande, dorado y espectacular: el estadio, el escenario, el atrezzo, el coro, la superbanda de músicos impecablemente bien vestidos a pesar de su cero carisma escénico (esos que a la mañana siguiente se iban a grabar con el Coro de Radio Televisión Española y por la tarde en una sesión de estudio con Waldo de los Ríos) y ante todo él, Julio Iglesias, un animal escénico que arrebata desde el gesto mínimo y que dirige la banda con esa autoridad que le brinda la técnica vocal más dulce, sobria y canalla de la historia. Para entendernos: si Iker Casillas no fuera de Móstoles y tuviera un padre cirujano, sería su perfecta reencarnación.

En un estadio a reventar, la realización es simple pero inevitable: superplano de seguimiento a Julio, plano general del estadio y del escenario (atención a los músicos), y con detalles estremecedores como los planos del coro de chicas vestidas de oro (esas miradas) y los primeros planos de las groupies espectadoras entregadas y extasiadas por el mito. Y por supuesto, casi todo por encadenado, como marcan los cánones. No hay más. Acción, reacción. El amor, canción célebre se mire por dónde se mire, es lo único que pide.

» El amor de Julio Iglesias